viernes, mayo 25, 2007

Dante

Dice Dante, que los lugares más ardientes del infierno están reservados a aquellos, que en tiempos de crisis moral, mantienen su neutralidad.
Creo que hay que sentir un dolor inmenso para entender esto, y creo que lo entiendo.

jueves, mayo 17, 2007

Termostato de felicidad

Un termostato comprueba regularmente la temperatura de un frigorífico. Cuando esta asciende a 8º, automáticamente lanza una señal al compresor para que enfríe. El mismo termostato continua su rutina de comprobación, y al detectar el mínimo programado, unos 4º, lanza una nueva señal al compresor para que pare. De este modo, la temperatura compenzará de nuevo a ascender, y el ciclo se repite.

Basado en la observacion directa, en mi propia experiencia y con nulo rigor científico, me ronda en la cabeza una teoría acerca de la felicidad, vinculada a este tema de los termostatos.

En ocasiones veo personas desgraciadas, deprimidas, con pocos motivos para estarlo. En ocasiones yo misma he sentido eso que llaman “la depresión del privilegiado”.
Sin embargo, hubiere motivos o no, el hecho, es que el sentimiento de infelicidad que aparece es real, masticable incluso.

Igualmente he visto a personas desbordantes de alegría por motivos realmente vanos.
En ocasiones yo misma he experimentado esta especie de “felicidad absurda como mecanismo de defensa”, en mitad de una mala racha.

En realidad parece que tuviésemos un termostato de felicidad. Un termostato que nos regula, de tal modo que no permite mantenernos escencialmente felices por mucho tiempo, ni esencialmente infelices tampoco.
En el primer caso, el termostato detectaría una saturación de felicidad y arrancaría una señal de “depresión del privilegiado”.En el segundo caso, arrancaría una señal de “felicidad absurda como mecanismo de defensa”. Y el ciclo se repite.

Un extremo de felicidad y otro de infelicidad prefijados de serie. Es probable que los extremos tengan una elasticidad que responde a las experiencias que aún quedan por vvir. Pero en cualquier caso, parece que condenados a la insatisfacción, como liebre tras la que correr en círculos indefinidamente.

Un termostato de felicidad. El ser humano como máquina limitada. Una teoría determinista de los sentimientos.